No pensaba cribar los programas electorales agrarios de los principales partidos políticos que se presentan a las elecciones generales el próximo 26 de junio. Sin embargo, tras leerlos, subrayarlos, hacer esquemas y analizarlos para el espacio online Agrícola Café, creo que puedo apuntar algunas conclusiones.
En primer lugar, no hay nada nuevo bajo el sol ¡seis meses después! El programa del Partido Popular y el del Partido Socialista es exactamente el mismo que en diciembre, (bueno, este último ha modificado la tipografía). Ciudadanos lo tiene volcado en su página web y es un resumen demasiado breve de las propuestas presentadas en diciembre y el de Unidos Podemos, a pesar de echar mano de IKEA, resulta bastante desordenado y hay que rebuscar las propuestas destinadas al agro, la alimentación y el medio rural.
En líneas generales, los programas agroalimentarios más completos son los del PP y los del PSOE, mientras que los partidos más nuevos se quedan cortos con el sector.
Los populares presentan muchas medidas destinadas a potenciar la agroindustria, mientras que los socialistas se muestran más preocupados por aquellas que favorezcan, por un lado la comercialización, exportación y los mercados, y por otro, el desarrollo rural. De Unidos Podemos destacaría su lenguaje (en mi opinión, un tanto desfasado en el agro español) ya que habla de soberanía alimentaria, campesinos, plan de uso social de la tierra… Y Ciudadanos sorprende con algunos proyectos que fomentan la relación entre las nuevas tecnologías y el sector agroalimentario o las empresas agrarias y las investigaciones de la Universidad.
Las propuestas que encuentro más novedosas son dos que, curiosamente, son muy parecidas: la Estrategia del Desarrollo del sector Horizonte 2027 del PP o el Plan estratégico de la agricultura y de la ganadería Horizonte 2030 del PSOE.
¿Por qué? Porque es lo único que se puede parecer a un proyecto de futuro sobre las principales líneas del sector agroalimentario español, algo que desde hace tiempo demandan organizaciones agrarias como COAG y UPA. En España, la única política agraria nacional existente es la de los seguros agrarios (que por cierto, todos apoyan en sus programas electorales menos Unidos Podemos).
Propuestas «increíbles»
Por otra parte, hay otras propuestas que, sin que te des cuenta, te sacan una sonrisa cínica: el PP habla de apoyar los mercados de futuros, cuando el único que había en España, el de Aceite de Oliva, ha cerrado durante su último mandato; asimismo, los populares también quieren diseñar una nueva Ley de Desarrollo Rural ¿por qué no recuperan la de Desarrollo Sostenible del Medio Rural de la época de Zapatero para ahorrar tiempo y costes?
El PSOE apunta otras propuestas «increíbles», como: «recuperar medidas de regulación de mercados» o aportar «asistencia a la exportación de productos ecológicos y artesanales». ¿Seguro que les dejaría Competencia?
En Unidos Podemos da la sensación de que se preocupan más por el trabajo estable de los temporeros agrarios que por el de quienes les contratan y les pagan, los agricultores; y, sinceramente, no llego a captar qué pretenden cuando proponen «orientar la producción extensiva hacia la apuesta estratégica de la soberanía alimentaria».
Y Ciudadanos pretende volver hacer otro Libro Blanco del Agua. ¡Con el tiempo y dinero que cuestan este tipo de documentos!, ¿por qué no actualizan el que ya hizo Isabel Tocino hace casi 20 años? Precisamente, en cuestiones hídricas, no se ha avanzado tanto.
Por otra parte, no deja de resultar curioso que todos los partidos apoyen la Ley del PP sobre la Mejora del Funcionamiento en la Cadena Alimentaria, aunque todos quieren modificarla e introducir la figura del mediador de contratos.
La política y gestión del agro español
En un vídeo-resumen de un mítin del responsable rural de Unidos Podemos, Ariel Jerez, éste dijo: «llevo un año hablando todos los días con agricultores y ganaderos». Eso me hizo pensar: «yo casi veinte y sigo con enormes lagunas, porque este sector es ¡inabarcable!».
La producción agroalimentaria española, no sólo es muy variada, si no que cuenta con múltiples modelos de producción, que bien hechos, deberían ser igual de válidos. A veces, para explicar la situación actual del mercado agroalimentario, comparo la producción de alimentos con la industria de la moda (salvando las distancias): tienes productos de gama económica, media, de marca, de autor, artesanal... Y cada una cuenta con su perfil de consumidor y con su canal de venta.
Si a esto unimos la complejidad de la política agraria, la situación aún se torna más difícil: muchas cosas se negocian y deciden en Bruselas (donde las negociaciones en el Consejo de Ministros de Agricultura no deben ser nada fáciles) pero se ejecutan en la comunidades autónomas; de este modo, el Gobierno entrante tiene que ser consciente de que el Ministerio de Agricultura es una «cartera sandwich» que obliga a sus dirigentes a caminar con pies de plomo, tanto en terreno europeo como en el patrio.
Así las cosas, se entiende que los partidos que, por su experiencia en el Gobierno, les ha tocado gestionar el sector agroalimentario, presenten más propuestas, mientras que los que todavía no lo han hecho, les cueste acertar y tener tino. Lo bueno es que todo se aprende, también el sector agrario, aunque yo ¡necesitaría varias vidas para controlarlo!